María de Buenos Aires

lunes, 6 de septiembre de 2010

Personajes inolvidables I



Gracias a una red social me encontré con una compañera del mítico liceo Manuel Rosé, de Las Piedras. Desde esa lejana época-dorada a la distancia- no habíamos sabido nada la una de la otra. Miramos nuestros álbumes de fotos y comentamos que si nos hubiéramos visto en la calle, no habríamos llegado a reconocernos. De inmediato, empezamos una breve reconstrucción de la memoria: apellidos, nombres, amistades, ubicaciones. Además comentamos que en el liceo, no teníamos definido aún qué llegaríamos a ser “de grandes”.
Lo que yo tuve siempre muy claro, desde temprano, era lo que NO podía llegar a ser.
No podía estudiar nada que tuviera Matemáticas, por ejemplo, porque aunque nunca dudé con las tablas de multiplicar, que podía repetir y repito aún de memoria como un loro, los quebrados y alguna otra cosilla más complicadita como la regla de tres compuesta pudo llegar a enloquecerme.
Lo mío, de eso estaba segura, andaba por las letras, los idiomas, la historia, –preferentemente la nacional y americana, por adhesión al excelente profe- pero nunca jamás las otras ciencias.
A raíz del contacto con mi compañera liceal, recordé que el dibujo y las Artes Plásticas tampoco fueron mi fuerte.
Nunca logré pasar del mísero ranchito de techo torcido, y del arbolito al costado- sin raíces ni hojas siquiera- con un caminito serpenteante que se perdía al final de la hoja. Ni que hablar de la figura humana. Mis muñecotes podrían haber servido de modelo para Steven Spielberg y sus simpáticos marcianitos. Los jarrones, también torcidísimos, no obedecían a ninguna regla de oro ni nada que se le pareciera. Eso sí, las naturalezas me quedaban bien muertas. Totalmente muertas.
Y esto no fue así por falta de voluntad ni del profesor. Cuando uno es negado para algo, -eso lo supe después, cuando hice la especialización en Dificultades de Aprendizaje- mejor no insistir por ese lado. Hay que buscar el filón dorado en la inclinación propia. Siempre vamos a encontrar algo que podamos tomar como “nuestro”. La ayuda de los buenos docentes es esencial para lograr ese encuentro entre las habilidades que todos tenemos y el futuro que se puede tejer en torno a ellas.
A esos seres singulares, los recordamos con afecto. Algunos, incluso, nos “marcaron”, con unas pocas palabras que nos sirvieron para seguir adelante en la vida.
Fue el caso de mi profesor de dibujo en el liceo, el pintor Dumas Oroño.


Lo recuerdo, en los inviernos pedrenses, con su boina y su grueso sacón azul, mirando mis dibujos y mi cara-alternativamente- con total consternación.
Era tan buena persona que jamás me puso en el carné estudiantil esa horrorosa frase hecha que se le pone a los burros rematados:
“Se aprecia esfuerzo. Persevere”. Porque él sabía que yo hacía todo lo posible por darle algún vuelo a mis mamarrachos, pero mi chatura artística era de tal magnitud que no se resolvía con “perseverancia”.
-“No es lo tuyo el dibujo, Segovia”,- me dijo un día, con su vozarrón, mientras corregía con sus trazos seguros mis adefesios.
-“No”-me animé a contestarle-, el dibujo no es lo mío, a mí me gusta… la literatura”… agregué tímidamente.
- “¡Ah, muy bien! Entonces, en el futuro, vas a pintar con palabras”, me contestó.
Milagrosamente, ese mensaje me dejó una agradable sensación que no me abandonó jamás.
Por eso, hoy quise evocar la innegable calidad humana de Don Dumas Oroño.

4 comentarios:

Omar dijo...

Alfa, que buena anécdota, y que gran profesor, aunque me imagino que no estaban en la época más democrática donde estas personalidades fueron avasalladas.
Tus comentarios en mi facebook cobran mayor significancia de lo que habitualmente tienen luego de esta lectura... que a propósito, me hace recordar a una profesora de literatura cuyo nombre no recuerdo (aquella época, 1975, había que olvidarse hasta de los colores)que me hizo vibrar todas las fibras interiores con Lazarillo de Tormes. Allí descubrí que podía al decir de Oruño, pintar con letras y escribir con pincel. (fíjate el payaso con el mundo en la mano)
Besote

Alfa Segovia dijo...

Jeque:
Muchísimas gracias por tu comentario.
¡Seguí colgando fotos de tus hermosas escrituras pintadas en facebook!
Cariños
Alfa

Suzy dijo...

I love this story. It takes a special person to be so honest and yet oh-so-kind at the same time, to turn a criticism into words of encouragement that will endure in a student's mind long after the teacher is gone.

Alfa Segovia dijo...

It is true, dear Suzy.
My teacher was special person, of course, and he is in my mind because he was so kind with me.
Thank you very much por your comment.
Besito,