María de Buenos Aires

domingo, 10 de abril de 2011

VENTURAS Y DESVENTURAS DE UNA CRONOPIA URUGUAYA I





En uno de los libros más curiosos de Julio Cortázar, “Historias de cronopios y de famas”, tuve el gusto de conocer a los cronopios esos “objetos verdes, húmedos, y erizados”. Lo más llamativo de estos lúdicos personajes son sus características de “andar por la vida”, porque cuando van de viaje: “encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos” y-sin embargo- ellos creen que esas cosas insólitas les pasan a todos, por lo cual viven contentísimos.
Cortázar no les adjudicó nacionalidad, ni un determinado sexo. “La Maga” de Rayuela, la uruguaya de nombre Lucía es una cronopia que protagoniza situaciones desconcertantes, como comprobar-llorando a gritos- que en la tabla de resultados, sacó el primer premio el número que esa misma tarde, había visto -pero no comprado-,claro. Louis Armstrong fue definido por Cortázar en uno de sus memorables artículos que vale la pena leer, como un “enormísimo cronopio”.
Este preámbulo es únicamente para afirmar que yo tengo varias características de cronopia. Me pongo verde cuando me enojo; me erizo cuando me molestan y juego durante toda la vida a los mismos números del Cinco de Oro o del primer premio de la quiniela- MENOS- el día que salen. En realidad, si se piensa bien, todo el país tiene características cronopias. ¿No me creen? Por favor, sigan leyendo.
El domingo 27 de marzo en el Uruguay, fue día de votación de autoridades del Banco de Previsión Social- el popular BPS- ningún uruguayo que se preciara sabía para qué ni porqué había que votar cuando los candidatos eran casi todos únicos y –por lo tanto- no había prácticamente contienda. Eso, sí-aunque parezca paradojal- el voto era obligatorio, porque de lo contrario había que pagar una multa.
Aunque creo tener varias características cronopias, de vez en cuando me viene una “viaraza”-la RAE define este “ataque” como “una acción inconsiderada y repentina”- e intento con alma y vida convertirme en una fama, ordenadita, metódica, sin dejar nada librado al azar. Unos días antes de la votación me dio por ahí. Decidí averiguar dónde quedaba el lugar de votación que me había tocado, porque nunca había votado allí.
Los datos del plan circuital los encontré en Internet:
Dirección del circuito: COMISIÓN FOMENTO BARRIO BUCEO “ANEXO BIBLIOTECA”, CAPITAN ANTONIO PÉREZ 2815 ESQ. MICHELENA.
Como no conocía las calles las busqué en un mapa Google, aparentemente una de ellas, Michelena, salía cerca del cementerio del Buceo, así que lo único que tenía que hacer era ir hasta allí y buscar “Capitán Antonio Pérez” y el número 2815. Sencillito y prolijo. ¿Verdad?
Llegué hasta una estación de servicio en las inmediaciones del cementerio donde me informaron que Michelena era una de las laterales y que quizás, podría encontrar la otra “entre las viviendas”. Caminé por Michelena-la calle encontrada- y ubiqué las viviendas. Pensé que un guardia que había en una caseta me podría orientar. No fue así. No sabía casi ninguno de los nombres de las calles del barrio que cuidaba. El hombre con mate y termo,- como corresponde a un buen guardia-, negaba con la cabeza mientras se cebaba concienzudamente un amargo. En una esquina hallé una biblioteca con el nombre Amado Nervo. Miré de nuevo el instructivo: “Anexo Biblioteca”. ¿Dónde estaba ese “anexo Biblioteca”? Misterio. ¿Dónde estaba la calle que buscaba? Mayor misterio. Por la calle pasó una mujer china- o al menos así me pareció-, le pregunté por la calle “Capitán Antonio Pérez”; me miró con cara de espanto. ¿Entendería español? Quizás no. Le hablé en inglés. Mayor espanto. A los minutos y con la cara crispada por el terror, me contestó en un español vacilante y sin artículos que “no sabía donde quedaba calle, fomento, o anexo, que ella era vecina, sí era vecina, pero no conocía calle ni fomento. Fomento no sabía. No. No sabía”. Me pareció que lo que más la había impresionado, era la palabra “fomento”.
Regresé a mi casa bastante desencantada. Una vez que intentaba ser fama, las cosas se me enredaban cual cronopia.
Esa misma tarde lluviosa, con el mapa nuevamente consultado y estudiado, “volví a la carga”. Llevé la cámara de fotos para documentar cualquier indicio y a mi esposo-siempre- como guía y referente; generalmente cuando yo no veo nada, él sí lo logra. Tomamos otra vez por Michelena, nos bajamos del auto en la esquina de la biblioteca Amado Nervo y decidimos “circunvalarla” con cautela,- era la tardecita del domingo anterior a la votación y no había ni un alma por los alrededores-. Atrás del edificio de la biblioteca, apareció una construcción que tenía “incrustada” una plaqueta con el nombre de la calle “Capitán Antonio Pérez”. Nada hacía sospechar que en esa construcción anómala habría circuitos de votación pero –indudablemente era allí-.
Al domingo siguiente, cuando fui a votar, encontré a muchos perdidos sonámbulos deambulando entre las viviendas preguntando por la calle “Capitán Antonio Pérez” Anexo Biblioteca” “Comisión Fomento Barrio Buceo” y demás.
De inmediato me convertí, alegremente, en una eficiente guía, bailando “tregua y catala”:

“No señor, por ahí no se llega; no señor, esta calle no tiene ni salida ni entrada a Rivera, yo no sé por dónde se entra, yo vine por Michelena, la calle del costado ¿vio? Sí, esa de ahí. Ahora, siga ese caminito de tierra, pase los yuyitos sin embarrarse y doble a la izquierda. Verá un coqueto cartelito de papel envuelto en una bolsita de nylon, con las indicaciones que anda buscando para poder votar.
No. No es ni a la derecha ni a la izquierda. Ud. entre nomás. Va a ver una mesita con tres personas que lo van a atender enseguida. ¿Muchas personas? No. No hay. La mayoría se perdió y anda dando vueltas como galleta en boca de vieja. Diríjase a su circuito. No, señor, no. En la pared de afuera, a la entrada, va a ver el papelito que le digo, en una bolsita de nylon, Sí. Va a leer CORTE ELECTORAL. Sí. Y también leerá JUNTA ELECTORAL DPTAL. MONTEVIDEO. El resto de la información que necesita, está manuscrita. No, la letra es clara. Sí. En la bolsita de nylon.
Yo cumplí y voté. Además pude hacer “mi buena obra del día”-como me enseñaron las monjas de mi infancia- y regresé a mi casa-como buena cronopia, contentísima.
El Presidente Mujica no. Volvió a su casa, más que furioso porque después de consultas diversas y de esperar juiciosamente sentado en un banquito, no pudo votar. Al otro día en la prensa, afirmaron que “su entorno” sabía que no estaba habilitado para votar. Nadie le dijo nada. Parece. En un país cronopio todo puede suceder. “Así está el mundo, amigos”, dice Traverso al terminar el informativo de canal 10. Parafraseándolo, termino esta primera parte de crónica de venturas y desventuras-amenazando con más- con estas palabras: “Así está el Uruguay, amigos”. El resto, agréguenlo ustedes.
Mi queridísimo Cortázar, sonreiría y diría: “Buenas salenas, cronopio cronopio”